La pregunta NO es si una mujer está o no preparada para gobernar México, vamos, la misma naturaleza de la interrogante resulta denigrante y misógina, como también lo es el hecho de que una persona tenga mayor mérito para gobernar solo por el hecho de haber nacido con determinada sexualidad.

México sí está preparado para dejar mentalidades medievales y francamente estúpidas resguardadas en un pasado que esperemos no volvamos a repetir y comenzar así a hacer honor a una de las máximas de la constitución nacional que dice, parafraseó, que será solamente la virtud la que haga a un mexicano distinto a otro.

La propuesta, lejos de tonalidades sexistas, tanto féminas como machistas, debe de ser privilegiada en una sociedad moderna, consciente, informada y preocupada por su actualidad y su futuro.

México ya no tiene tiempo que invertir en Gaviotas y cuentos desarrollados entre magueyes jaliscienses. Tampoco es el México de los caudillos o emperadores europeos; la situación alarmante requiere acciones concisas de la sociedad que hace posible el México de hoy: la clase responsable, la clase media, la que paga impuestos, la que se esfuerza y sufre a diario por sacar adelante no sólo a su familia, sino a las decenas de madres que puntualmente reciben los beneficios sociales sin tener que ofrecer nada a cambio a la nación.

Este México ni es de pobres, ni es de un grupo que se apoderó de la nación a través caricias putrefactas al país que decidió llamarse pobre. Este México requiere a la clase media para reivindicarse y la clase media necesitan ceder, dejar el egoísmo y actuar por su país, por la patria que quiere y quiere dejar a sus hijos.

Abel

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